Capítulo 3
El alma se me calló a los pies y me bajé del auto sin poder creer la situación.
-¿Qué diablos...?- dije interrumpida por un colapso nervioso.
-¿Estas segura que es aquí?- preguntó Jorge detrás de mí.
-¡Por supuesto que sí! ¿Dónde demonios está la casa?- dije desesperada.
-Martina... -comenzó Jorge- debo irme cielo.
No tenía tiempo para analizar lo que decía. Estaba tan confundida y asustada.
Y sin anticipación comenzaron a caer silenciosas lágrimas por mi rostro.
Pensaba
gritarle en la cara que si en realidad planeaba dejarme sola, en medio
de la noche, en un pueblo que yo no conocía, pero la verdad era que no
podía reclamarle nada. De hecho, el ya había hecho suficiente por mí.
-Esta bien, ve- dije tranquila sin darme vuelta. No quería que me viera llorar- gracias por traerme.
-Aquí
tienes mi número- se acercó a mi y me entregó un papel. Automáticamente
bajé la mirada, ocultando mi expresión debastada pero no funcionó-
¿estas llorando?- preguntó alarmado.
-No, no- dije intentando que no
se note mi voz quebrada- ha sido un placer, Jorge. Nos vemos- me despedí
mientras caminaba hacia cualquier dirección. No recordaba absolutamente
nada del lugar, y como mis altas expectativas no me habían prevenido,
ahora estaba sola, sin comida ni agua, sin casa, y más importante,...
sin dinero para volver.
-¡Martina!- gritó Jorge a mis espaldas, pero lo ignoré.
Caminé dos cuadras cuando de repente, su auto se aparcó a un lado de la calle y el se bajó rápidamente.
-¿Puedes
esperar un momento?- dijo preocupado. Mis labios empezaron a temblar,
sentí una presión en el estómago, y se me hizo un nudo en la garganta.
Miré hacia arriba intentando contener el llanto, pero las lágrimas
amenazaban con derramarse nuevamente.
Para mi sorpresa, Harry no dijo nada, solo me abrazo y me apretó contra su pecho.
Se sentía bien. Hacía frío, y yo tenía mi mejilla pegada contra su sueter, y su delicioso aroma.
-Todo va a estar bien, linda- acarició mi pelo y me pregunté porqué estaba siendo tan bueno conmigo- cuentame qué sucedió.
Al diablo, me importaba una mierda contarle mi pasado a Jorge. Ya no tenía nada.
Conté todo y con lujo de detalles, mientras el conducía en dirección a quién sabe dónde.
-Lo siento Tini -dijo cuando terminé la historia.
-No
importa, fui bastante estúpida. Debería haber intentado contactar a mi
abuela, era algo obvio- dije masajeandome la sien con el índice- gracias
por escucharme.
Jorge sonrió sin alegría. Estaba pensativo.
-¿Qué?- pregunté luego de un momento.
-Puedes
quedarte conmigo si quieres- lo miré suspicaz- me refiero.. a.. que
no,... digo..- reí al verlo nervioso- en mi departamento. Te ayudaré a
buscar a tu abuela en el pueblo.
Sonreí. ¿Debería confiar en él? Volví a ponerme en la misma perspectiva. Ya no me quedaba nada, ¿qué podría perder?
-¿Porqué eres tan bueno conmigo? ¿Cómo dejarías que una extraña se quede en tu casa?- pregunté riéndome.
-Pues, eres una extraña sexy- me sonrojé- no creo que seas una loca que vaya a asesinarme por la noche ¿verdad?- nos reímos.
-No aun no...-dejé una pausa dramática mientras el me miraba con sorpresa fingida- es broma- reí y suspiro aliviado.
-Pues, está decidido- sonrió- te quedas.
{Narra Jorge}
Se
veía tan dulce y deliciosa. Me sentía un gran pervertido al tener
pensamientos tan carnales con ella. Pero era inevitable. Esos ojos, esos
labios... me moría por besarla. Sólo de mirarla me ponía duro.
No,
no malpiensen. Luego que me contará su historia, en realidad le había
ofrecido mi departamento para ayudarla. Pero no sabría que podría pasar
al verla acostada en una cama.
Puse la radio y le hice una seña a Martina para que pusiera la estación que quisiera.
-He
escuchado ésta canción durante todo el viaje en el tren, es mi
favorita- dijo mientras sonaba Stereo Hearts- "my heart's a stereo..."
-entonó, hasta que empezó el rap de Travie McCoy y puso una expresión
rara. Estallé en carcajadas- Oye no te rías... es muy difícil esa parte,
¡el tipo canta demasiado rápido!- resongó riéndose.
Continuamos el viaje hasta mi departamento. Al llegar, bajamos y tomé su mochila del baúl del auto, realmente pesaba.
-¿Qué traes aquí? ¿Un cadáver?- pregunté divertido.
-No, simplemente traigo todo mi equipo para destrozarte ésta noche- respondió con sarcasmo y una sonrisa inteligente.
-Destrozame en la cama- susurré muy bajo y para mí.
Lizi!
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