CAPÍTULO 6
A
la mañana siguiente desperté por un rayo de sol que se filtraba por la
ventana. Me di la vuelta y lo observé, allí, dormido. Tenía el pelo
perfectamente despeinado. Miré sus facciones. Nariz perfecta, mentón
perfecto, mejillas coloradas y hermosas. No podía encontrar error alguno
en él. Estiré un dedo y le acaricié un mechon de pelo. Era suave cual
seda. Él se movió un poco, haciendo que
de un salto sobre la bolsa de dormir, luego de retirar la mano. Me
levanté y fui hacia la cocina, decidida a hacer el desayuno.
Hice dos
cafés y un submarino para Thomas. Tomé el mío con tranquilidad, ya que
eran apenas las diez de la mañana, y recién a la una debería estar en el
aeropuerto. Al terminar de tomar el café, me dirigí a la pieza de Jorge
para despertar a Thomas. Entré y me acerqué a el, susurrándole;
- Thomas, vamos Thomas, hay que levantarse.- El se movió un poco y dijo:
- Nah, es temprano!.- Entonces, decidida, le dije:
- Mira que te voy a hacer cosquillas si no te levantas.
- Mentira- me respondió.
- Ah, si?- comencé a hacerle cosquillas por todo el cuerpo, haciendo que él grite, entre risas;
-
Ya basta! Ya, enserio… Basta! – risa- Basta! Me rindo!- Dijo riéndose
aún más. Entonces, me alejé de él y me dirigí hacia la salida, al igual
que él. Caminamos hacia la cocina, y el se sentó en la mesada:
- Qué hay de desayuno?- preguntó moviendo las piernas.
- Te hice un submarino, espero que te guste.- dije dándole el gran tazón.
- Gracias! Me encanta, es mi favorito.- dijo tomándoselo rápidamente.
Caminé hacia la versión de Jorge dormido, me agaché y le susurré;
- Levántate ya dormilón, que en unas pocas horas hay que ir al aeropuerto, y tienes que desayunar.
Él
se dio la vuela para “mirarme”, ya que tenía los ojos cerrados, y me
sonrió con los labios sellados. Se estiró un poco, y luego me dijo, con
voz ronca, de una manera malditamente sexy:
-Hola. -
Y así fue como prácticamente casi me caigo para atrás. No puedo creer que este hombre me afecte tanto.
-Ho-ola- le respondí, tartamudeando. No podía ser más tarada.
El sonrió mostrando sus hermosos dientes, y me preguntó;
- Cómo dormiste?-
-
Bien.- le respondí cortamente. Si me zafaba un poco, me iba a
descontrolar.- bueno. Levántate, tienes que desayunar. Ya te preparé el
café.- le die dándole unas palmaditas en el estómago. Me levanté y fui
hacia la cocina, donde estaba Thomas.
- Qué rico submarino! Me tienes
que hacer uno de esos más seguidos.- me dijo la pulguita. Yo le sonreí y
le peiné un poco el pelo.
- Anda, ve a vestirte. En media hora salimos hacia el aeropuerto.
- Está bien.- me respondió, con su voz sumamente dulce.
Tomé
el café del castaño y me dirigí hacia el, que estaba sentado en la
silla de madera, al lado de la pequeña mesa de la cocina, mientras él se
refregaba los ojos. Dios, ese chico era malditamente sexy.
- Aquí tienes un café, así puedes despertarte.- le dije apoyándole la taza en la mesa.
- Gracias.- me respondió, con su voz ronca.
Terminó
de tomar su café y le dije que vaya por sus valijas y que se cambie, ya
que en poco tiempo deberíamos estar en el aeropuerto.
A los diez minutos, los dos chicos mexicanos estaban listos, peinados y listos para salir
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