¿Quien
iba a pensar que todo comenzaría con una cruzada de miradas, el aventón
de una taza de té y un par de oraciones llenas de orgullo?
Lo
que menos necesitaba ella era una relación con un hombre como él, que
desvestía a las mujeres con la mirada y las devoraba en un pestañear.
Ambos pensaban que su destino estaba escrito pero la vida da tantos
giros que ahora dudaba de esa teoría, las mejores relaciones comienzan
como amigos pero esta sin duda no era una de ellas.
El
ser cretino era parte de él y de su personalidad al igual que el
creciente ego que lamentablemente padecía y ella quién más orgullosa no
podía ser, eran tan iguales pero con perspectivas diferentes que hacían
el querer matarse el uno al otro.
¿Y si el destino no los quiere juntos? Pero ¿Desde cuando se le llama al orgullo, destino?
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