''Cuarenta por ciento'' – 17 Años
—Enamorarte será más fácil de lo que pensé —me dijo Jorge mientras nos sentábamos en una banca vacía que encontramos.
Hice esfuerzos sobrehumanos para no retractarme de la decisión que había tomado.
Jorge
había velado por mí desde los ocho años, diez años cuidándome sin que
yo me diera completamente cuenta. Podía dejar que el intentara
conquistarme hasta la boda, además ya tenía cierta parte ganada, como un
30% de mi amor.
—Nunca te subestimas —le respondí. Hacía un frío horroroso que me obligaba a mantenerme cerca de él.
—No es eso. Es que el simple gesto de quedarte a mi lado me hace feliz y comienzo a creer que de verdad me quieres.
—Yo
si te quiero… el problema es que no te amo —a pesar de mis palabras, no
dejó de sonreír. Entrelazó nuestras manos y acarició mis dedos, se
sentía culpable.
—Ya lo sé —se limitó a decir. No solté su mano,
ahora que estábamos solos había menos presión, además siempre contaba
con Jorge como guantes sustitutos.
—Me aburro… —murmuré.
— ¿Quieres algodón de azúcar?
Asentí
y nos levantamos para ir a comprar. En todos los lugares del parque
había fila, nada se salvaba. Nos colocamos detrás de un chico alto, no
tan alto como Jorge pero si más flaco. Y esperamos.
— ¿Qué harás
si no logro enamorarte? —me preguntó Jorge de pronto. Lo miré a los ojos
y algo me decía que temía de mi respuesta. Podía ver el dolor
anticipado y era insoportable. No, jamás podría hacerle daño a ojos
verdes ¡Jamás!
—Presiento que lo lograrás —sonreí para darle ánimos,
podía odiarlo pero era incapaz de negar a aquella parte de mi ser que lo
anhelaba.
Apretó más mi mano y tiró de mí hasta hacerme chocar
contra su pecho. Besó mi cabello y me abrazó. ¿Acaso quería matarme o ya
había comenzado con el plan “Enamora a Tini”?
—Te amo, no lo olvides —y ahí íbamos de nuevo.
—
¡La pareja feliz, ya es su turno! —me zafé de Jorge cuando el chico
flaco que estaba delante de nosotros nos gritó. Mientras comprábamos el
chico no dejó de mirarnos.
— ¿Se te perdió algo? —me sorprendió escuchar el tono ácido de Jorge en su voz, parecía casi enojado.
— ¿Ella es tu novia? —le preguntó el chico sin inmutarse por la clara amenaza de Jorge.
— ¿No te lo parece? —le dijo Jorge en el mismo tono. Me estaba asustando.
—No, porque ella no dijo que te amaba, incluso parece incómoda a tu lado.
—No es tu asunto.
—Sí lo es, porque si ustedes no son novios eso significa que ella está soltera…. Y resulta que yo también lo estoy.
Después
todo pasó como un relámpago. El chico comenzó a reír mientras comía
algodón de azúcar, Jorge se fue contra él pero lo esquivó, el chico en
lo que huía de Jorge se tropezó conmigo y yo caí al suelo. Me golpeé la
cabeza y lo único que pude ver durante cinco minutos fueron puntos
negros sobre el cielo gris.
— ¡Martina! —gritó Jorge. Me ayudó a
ponerme de pie y afirmó mi rostro con sus manos—. ¿Estás bien? ¿Te duele
algo? Espera a que atrape a ese idiota…
—Estoy bien, estoy bien —lo repetí unas cuantas veces más para convencerme de que en realidad lo estaba.
Jorge
trató de perseguir al chico, pero lo detuve para que no cometiera una
locura. Le dije que estaba mareada y volvimos a la banca.
—Sólo
bromeaba, no seas tan dramático —le dije mientras nos sentábamos. Saqué
un pedazo de mi algodón y me lo comí. Jorge se refregó la cara con las
manos y se quedó así por un buen rato.
Los chicos estaban demorando,
una vuelta en la montaña rusa no podía durar más de cinco minutos, pero
llevábamos esperando alrededor de diez. Y en todo ese tiempo, Jorge no
cambió de postura.
Aproveché que él no estaba mirando y observé
su cabello castaño, ahora los tenía al natural: sin peinar y
extremadamente geniales pero le tapaban sus hermosos ojos… seguían
gustándome sus ojos verdes… así que tomé un mechón de su cabello y lo
corrí hasta que él se dio cuenta y me miró.
— ¿Qué haces?
—Me
gustan tus ojos—le dije. Acomodé las ondas que tenía sobre sus ojos y
los peiné hacia el lado, de modo que quedaran como flequillo.
Volvió a
sonreír y acercó su rostro al mío. Sabía lo que venía y estaba dividida
entre aceptarlo o no. Entonces me dije a mi misma que si quería hacerlo
feliz a costa de mis sentimientos, no quedaba más alternativa que
hacerlo.
Cerré los ojos cuando me besó, no estaba en mis planes
pero por un momento sentí que me desmayaría cuando su aliento se fundió
con el mío. Su boca estaba tibia y se me hizo adictiva, ni siquiera me
quejé cuando me sujetó de la cabeza e hizo que nuestros labios se
juntaran más de lo que estaban.
Cuando nos separamos pude sentir
mis mejillas encendidas. Aparté la mirada de Jorge y esperé a que una
brisa helada me calmara. ¿Si nos casábamos sucedería lo mismo en la
Iglesia?
—Lo siento Martina. Pero de ahora en adelante te trataré
como a mi prometida, no voy a soportar que otros chicos te miren —con su
mano volteó mi rostro y me beso otra vez—. Y si los demás te molestan,
sólo dímelo y hablaré con ellos.
Y con eso tenía un 40%. Esperaba que el resto no le fuera tan fácil de conseguir como ese diez por ciento.
—Una simple charla con ellos no hará que dejen de bromear por el resto de sus vidas —le bufé.
—Entonces
tendrás que acostumbrarte —me dijo y me volvió a besar. Me sorprendí
cuando me di cuenta de que sus besos no me eran indiferentes, como
deseaba que lo fueran. No rechisté ni me quejé.
—¡Oh por Dios! —nos separamos rápidamente cuando escuchamos que alguien gritó—. ¡Lo sabía, ustedes se aman!
Facu
no dejó de dar saltos y de apuntarnos exclamando que él ya sabía que
nosotros terminaríamos juntos. Sus gritos atrajeron la atención de la
gente que nos miraba de manera desvergonzada.
—Grita un poco más, en
China no te escucharon —refunfuñé cuando se calmó y se sentó junto a
nosotros. Jorge pasó su brazo sobre mis hombros y me acercó a él, Facu
estaba que reventaba de la emoción.
—Es que… ¿cuándo tenían planeado decirme que eran novios?
—Y
prometidos —agregó Jorge. Quise matarlo cuando dijo esas palabras. Facu
abrió la boca de la sorpresa y comenzó a gritar otra vez.
— ¿Por
qué tanto escándalo? —Ruggero venía hacia nosotros con un globo en
forma de jirafa, junto con Nicolás, Xabiani, Alba, Mercedes y Lodovica.
—Nos
vamos a casar —le dijo Jorge. Tenía una sonrisa de suficiencia en el
rostro y parecía que la sorpresa de Ruggero le era satisfactoria.
¿De
verdad creía que entre Ruggero y yo había pasado algo? Al parecer, la
broma en la escuela de verano le había afectado demasiado. Aunque ya le
había dicho como mil veces que todo fue una broma.
— ¡¿Qué?! —exclamó Xabiani.
Después
de explicarle diez veces a Ruggero que yo “siempre estuve enamorada de
Jorge y que ya no podía soportar viviendo sin tenerlo a mi lado”, las
cosas se calmaron. Al menos podía mentirles a Xabiani, Ruggero y a Facu,
los demás ya sabían la verdad.
— ¿Y cuándo es la boda? —inquirió Xabiani.
—Lo más pronto posible —le respondió Jorge.
—Yo
no me caso hasta cumplir los 18, así que la boda va a tener que esperar
—eso era cierto. Pensaba disfrutar mis últimos meses de inmadurez con
mis amigas antes que iniciar mi vida como mujer casada.
Y
pensando en mi cumpleaños, recordé el día de ayer y los regalos.
Katherine le había regalado condones a Jorge, él me había dicho que los
guardaba para una chica especial… eso quería decir que ¿él planeaba
acostarse conmigo?
Un escalofrío recorrió mi espalda cuando me di cuenta de lo que tenía frente a mis narices. La luna de miel…
Podía dejar que Jorge me besara, pero de ahí a hacerlo con él era otra cosa.
Mientras los demás conversaban sobre lo inesperada que era nuestra relación, le susurré en el oído a Jorge:
—Ojos
verdes, en la luna de miel… —pero él se limitó a sonreír y besar mi
cabello. No quise interpretar ese gesto y dejé que mi mente creyera que
todo saldría bien.
Pero es que sólo pensar en lo que sucedería esa
noche me erizaba la piel, yo no quería acostarme con Jorge, tendría que
hablarlo con él cuando estuviéramos a solas. Si de verdad me amaba,
respetaría mi decisión.
Xabiani propuso ir a la casa de los
espejos, así que todos fuimos para formarnos en la fila. Facu se puso a
hablar con Jorge, que parecía mucho más animado de lo que lo había visto
antes en mi vida, Ruggero iba con ellos y parecía estar emocionado con
la idea de la boda al igual que Facu. Xabiani les hablaba de la
despedida de soltero que le organizaría a Jorge.
Pero los que sabían la verdad no tardaron en acorralarme y hacerme un interrogatorio completo.
—Se
supone que no te querías casar —me dijo Alba. Se notaba la
incertidumbre en su rostro, hace menos de una hora estaba dispuesta a
todo para cancelar este compromiso y ahora iba por la vida anunciando mi
boda.
—Pero es que… —intenté defenderme, pero Mercedes me interrumpió.
— ¡Necesitamos organizar de qué color irán vestidas las damas de honor para que todo combine! —exclamó.
—Martina,
¿por qué lo haces? —me preguntó Lodovica. Me quedé en silencio
ignorando el parloteo de mis amigas y me pregunté realmente por qué lo
hacía.
Para hacer feliz a Jorge. Porque él me amaba y yo no. Para sentirme mejor conmigo misma y creer que no era un monstruo.
Por eso, por Jorge.
Nicolás
me tomó de la mano y me dio un apretón junto con una mirada
tranquilizadora, él me entendía. Él sabía por qué lo hacía y también
sabía que contaba con su apoyo.
—Y dime, ¿qué tienes pensado
hacer antes de casarte? —me preguntó en voz baja para no distraer la
apasionada conversación de las chicas sobre qué lugar era más apropiado
para una boda.
—Muchas cosas —le contesté.
— ¿Y una de esas es asustar a tu futuro esposo en la casa de los espejos?
—Probablemente.
Cuando
nos pusimos en la fila, pude distinguir una cabellera negra entre la
multitud. Era el chico del algodón de azúcar. Y se me ocurrió una idea.
—Nicolás,
¿ves a ese chico? —apunté disimuladamente con el dedo y Nico asintió—.
Hace un rato hizo enojar mucho a Jorge, ¿estás pensando lo mismo que yo?
Sus ojos se encendieron con maldad pura.
—
¡Hey, tú, ven aquí! —le gritó Nicolás al flaco. El chico nos miró y se
rio al verme, caminó hasta nosotros y nos hizo una reverencia graciosa.
— ¿En qué puedo servirlos?
— ¿Quién es él? —Alba había visto la escena y lo miró con desconfianza.
—Me
llamo Pablo Espinosa —respondió él con extrema cortesía. No podía
aguantar las ganas de reírme, ya imaginaba la cara de Jorge cuando lo
viera.
—Qué pasa… —la voz de Mercedes se apagó cuando vio a Pablo. Por un segundo creí que no respiraba.
—
Mer, despierta, Mechi. ¡Mercedes! —le gritamos Nicolás y yo, y cuando
ella reaccionó le sonrió y le estrechó la mano a Pablo. No nos habíamos
fijado, pero él parecía estar en las mismas condiciones que Mercedes.
—Bueno, nos preguntábamos si querías entrar con nosotros a la casa de los espejos —le dije.
—Por supuesto —dijo casi en un suspiro sin apartar la mirada de Mercedes.
Jorge,
Ruggero, Xabiani y Facu ya habían entrado cuando Pablo se nos unió,
pero ahora que veía la manera en que se venían con Mer, preferí abortar
la misión.
—Más te vale lanzarme el ramo, Martina—me susurró Mercedes cuando entramos.
Apenas pusimos un pie dentro y nos perdimos, como seguía de la mano de Nicolás él era mi única compañía.
—Parece
que Mercedes ya encontró pareja para la boda —le comenté mientras
veíamos nuestros reflejos alargados en un espejo distorsionado.
—Sí, y Lodovica seguro irá con Ruggero y Alba con Facu ¿y yo?
—Con Xabiani —le dije y el frunció el ceño. Me reí de él e hicimos caras raras frente a un espejo que nos deformaba.
— ¿Me dejarás bailarle a Jorge para la despedida de soltero? —inquirió de repente.
—Jamás
me negaría a eso —ambos reímos y continuamos jugando. Quizás las cosas
no estaban tan mal, los chicos se divertirían planeando cosas para la
boda, de una u otra forma ellos estaban conmigo.
— ¿Por qué está ese chico con Mercedes? —escuchamos de pronto. Jorge caminaba hacia nosotros con los ojos desorbitados.
—Primera
pelea de pareja, mejor me voy —Nicolás se fue y me dejó sola junto a
varios Jorge’s de distintos tamaños y formas. No sabía de dónde venía
entre los espejos, pero los supe cuando me agarró del brazo y me volteó
para que lo mirara a los ojos.
— ¡Nicolás lo invitó! —le dije desesperada, estaba enojado y esa no era la reacción que imaginé.
— ¡Fue idea suya! —gritó Nicolás desde algún lugar que no pudimos ver.
—Quiero que se vaya —me dijo Jorge.
—No va a poder ser, a Mercedes le gusta, es cosa de mirarlos —le dije tratando de sonar divertida. Pero no resultó.
— ¡Bésalo y se le pasará! —volvió a gritar Nico.
— ¡No te metas, Nicolás! —le respondí.
—No quiero que se acerque a ti —reiteró Jorge. Lo miré, decía la verdad y yo sabía por experiencia propia que lo decía en serio.
—Quedó
flechado por Mercedes, no creo que debas preocuparte por eso —sin
embargo, no cambiaba la expresión, estaba decidido a correr a patadas si
era necesario a Pablo—. Ok, hagamos algo: Él se queda, pero no le
hablo.
Eso pareció convencerlo de alguna manera, aunque yo jamás cumplía mis promesas y eso él lo sabía.
Me abrazó con fuerza y me besó en la frente, de verdad debía querer mucho a Jorge para hacer todo esto por él.
— ¡Su primera pelea y reconciliación! —Facu salió de la nada junto con el resto de los chicos, incluido Pablo.
—Bueno,
será mejor que tengas la charla con los chicos lo antes posible, si
vuelvo a escuchar algo así de cursi te juro que pido el divorcio antes
de haberme casado —le dije a Jorge y él me volvió a besar pero esta vez
en los labios.
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