''Mi primer beso II''- 14 Años
—
¿Recuerdas cuando me besaste para que Jorge no lo hiciera primero? —me
preguntó Facu mientras me lanzaba una trozo de chocolate que agarré en
el aire con mi boca.
—Por
supuesto, mi primer beso —y cómo no olvidarlo. Los rostros de Facundo y
Jorge eran épicos, Jorge no paró de quejarse en toda la tarde diciendo
que yo no podía besar a alguien que comía pegamento.
Prefería eso antes que a sus labios.
—Y
después, cuando las chicas se enteraron… ahora me da más risa que
vergüenza —comentó. Me lanzó otro pedazo de chocolate, pero esta vez no
lo alcancé. Él se rio de mí y yo le estrellé una almohada contra el
rostro.
Nos habíamos convertido en grandes amigos después de todo.
Mis padres botaron a la basura todas mis cosas más preciadas de Peter
Pan en cuanto se enteraron que reprobé el año y junto con Facu fuimos
los más listos de la clase. Pero sólo nos duró un año, al siguiente
estuvimos tan perdidos como cuando nos fuimos de excursión y no
encontrábamos el lugar donde se suponía que debíamos acampar.
—Pero yo sigo creyendo que Jorge estaba celoso —dijo de pronto.
—No
lo creo. Es que él siempre quiere ser el primero y el mejor en todo,
sólo estaba enfadado porque le ganaste —argumenté, odiaba cuando hacía
esos comentarios.
—No estés tan segura. Te apuesto a que si se enterara que tienes novio, reaccionaría igual que esa vez.
—Claro
que reaccionaría así, yo habría tenido novio antes que él. ¿Acaso no me
escuchas? —Facu rio más fuerte y se comió lo que quedaba de chocolate.
Estábamos
en mi habitación viendo una película romántica, me seguían pareciendo
igual de tontas que a los ocho años, pero al menos ya no me daban asco
las escenas más íntimas. Por Facu no me preocupaba, resultó ser un galán
innato en cuanto cumplió los doce, se cortó el cabello, los rasgos de
su rostro se volvieron adorables ante los ojos de las demás chicas, no
era más alto que el resto pero aparentaba de dieseis. Incluso Katherine
le pidió una cita. Facu fue tan bueno que grabó ese momento para
mostrármelo y reírnos de la cara de indignación que puso Katherine
cuando él la rechazó.
Sin embargo, Jorge no se quedaba atrás. A
pesar de odiarlo, debía reconocer que estaba a la altura de mi amigo. Se
dejó el cabello hasta la frente y como por arte de magia había crecido
más de lo normal, me sacaba casi cabeza y media. Al final, Jorge había
regresado a la Academia Westfield con una beca, cosa que alegró mucho a
Cecilia quien se sintió muy orgullosa. Gemma ya había salido de la
escuela y había viajado a Londres para estudiar en una Universidad de
allí.
Lodo había crecido bastante también, en realidad, todos eran
más altos que yo. Nos parecíamos en algo, con la diferencia que ella
tenía el cabello negro. Era la única que me apoyaba para detener las
locuras de Mercedes y Alba.
Ellas seguían igual, cuando se enteraron
que besé a Facundo fueron inmediatamente a molestar a Lodovica. No sé
cómo lo logró mi prima, pero se las quitó de encima en dos días.
— ¿Jorge con “novio”? —inquirió Facu. Lo golpeé en la cabeza con otra almohada.
—Sabes a lo que me refiero —le dije.
—Sí,
lo sé. Me pregunto por qué no tendrá novia todavía, te debe estar
esperando —en ese momento se cayó de la cama. Le di una patada en las
costillas que le quitó la respiración e hizo que rodara hasta el suelo.
No era la primera vez que hablábamos de este tema, por extraño que
sonara, Facu tenía una obsesión con emparejarme con Jorge, al igual que
Mer, Alba, mamá y papá. Lily nos ignoraba y Holly seguía en su mundo,
así que al menos por parte de ellas no recibía ninguna burla.
—Deberías
concéntrate en conseguir una novia tú, en vez de buscarle pareja a los
demás —él se incorporó y se sentó frente a mí, me tomó de los hombros e
hizo que lo mirara fijamente.
— ¿En serio no me crees que le gustas a Jorge? Ok, hagamos una apuesta.
Mala idea, no debía. Apostar contra Facu nunca traía cosas buenas. La última vez terminé en el hospital por intoxicación. Pero…
—Qué
quieres apostar —era imposible negarse a una apuesta. Temía que algún
día gastara todo el dinero de mis padres en un casino, por eso le pedía a
Cecilia que guardara mi dinero y que me lo entregara en situaciones
importantes.
—Te apuesto a que si consigues novio, Jorge se pone celoso —lo pensé un poco. Sería bastante difícil.
—Yo no quiero tener novio —le respondí.
—Eso se arregla fácil. Me haré pasar por tu novio y veremos cómo reacciona Jorge —asentí y lo volví a pensar.
—Si no pasa nada, yo gano. Y quiero que te disfraces de payaso y vayas en bicicleta hasta el centro comercial.
—Ok, pero si yo gano, tendrás hacer de Julieta en la obra de la escuela.
— ¿Estás loco? Jorge va a audicionar para el papel de Romeo, no quiero ser Julieta —le reclamé.
—Entonces
estás aceptando con anticipación que yo tengo razón —Facu sabía cómo
provocarme, yo era tan débil y quería demostrarle a ese idiota que Jorge
sólo era mi enemigo.
— ¿Cuándo comenzamos? —él sonrió de medio lado y miró el reloj que tenía en la pared.
—Ahora…ya. Vamos —me dijo. Sabía que quería empezar de inmediato.
Me puse de pie y salimos al pasillo. Facu fue despacio hasta la puerta de la habitación de Jorge y pegó el oído a la madera.
—Está ahí, está hablando por teléfono —me susurró. Yo asentí y me acerqué a su lado.
Esto parecía una locura, y en realidad lo era. Pero qué importaba, tenía que ganarle a Facundo.
—Tú sígueme la corriente e intenta no poner cara de asco si te digo cursilerías, ¿de acuerdo?
—Vale —le dije.
Nos separamos un poco de la puerta y Facu me abrazo.
— ¡Te amo tanto, ¡Martina Stoessel! —gritó.
—Sé más natural, idiota —le susurré. Él gruñó y me hizo callar.
— ¡No puedo creer que hayas aceptado ser mi novia! —volvió a gritar. Quería golpearme en la cabeza, Facu no sabía actuar.
De pronto, la puerta se abrió y Jorge salió con la cara pálida y el celular en la mano temblorosa.
—Después
te llamo —le dijo a la persona detrás de la línea. Se quedó mirándonos
unos segundos, hasta que se atrevió a hablar— ¿Son novios?
—Sí, se lo
he pedido esta tarde. Es increíble que Tini sea mi novia, cuántos
chicos estarán celosos —me removí entre los brazos de Facu y miré entre
la maraña de pelo que me tapaba la vista a Jorge.
Tenía el ceño
fruncido y apretaba el celular tan fuerte que pensé que se lo
destrozaría. Sólo atinó a mirar con desconfianza a Facu y se encerró en
su habitación.
—Listo, gané —dijo Facu, soltándome abruptamente.
—Tú no has ganado nada. Yo no lo vi celoso.
—Eso
es porque estás ciega —recordé cuando Jorge intentó besarme y atacó a
mi inocente ojo. Yo no podía gustarle, nos conocíamos desde los ocho
años, éramos casi como hermanos. De esos que se llevaban como perros y
gatos, pero hermanos al fin y al cabo.
—Necesitamos a un jurado que
determine si Jorge está celoso sí o no —le dije mientras bajábamos las
escaleras para ir a buscar algo de comer.
—Ok, llamaré a Mer…
—No, ella está de tu parte y te dará la razón. Alba también. Que sea Lodo —le dije.
—Ella es de tu equipo, tiene que ser alguien neutral —señaló.
— ¿Lily?
—Ni siquiera nos habla —le di la razón y me detuve a pensar.
—Holly, ella nos dirá lo que ve —Facu estuvo de acuerdo y corrimos a buscar a mi hermana.
Cuando
la encontramos en el living viendo televisión le pedimos que nos
ayudara, le explicamos el asunto de la forma en que se viera como un
juego inocente. Ella debía decirnos si notaba que Jorge se mostraba
celoso. Ella aceptó ayudarnos sin comprender del todo.
Tuvimos que
hacer de pareja feliz y enamorada durante una semana, ya que Holly decía
que mientras más tiempo pasara, más se notaría si Jorge estaba celoso o
no. Fue agonizante ir de la mano de Facu para todos lados, recibiendo
miradas envenenadas por parte de las chicas de la escuela.
Cuando
acabó el plazo que nos propuso Holly, nos sentamos en su cama mientras
ella sacaba un cuaderno donde había anotado sus observaciones.
—Bien,
Holly. Dile a esta cabeza hueca que yo tengo razón —le dijo Facu. Le
empujé para que se cayera de la cama, pero Holly nos detuvo antes de que
iniciáramos una pelea.
—Bien, cuando Facundo abrazaba a Tini, Jorge
gruñía y se alejaba. Cuando se tomaban de las manos, Jorge gruñía y se
alejaba. Cuando se decían tonterías, Jorge gruñía y se alejaba. Cuando
se miraban, Jorge…
—Gruñía y se alejaba, nos quedó claro, Holly —le dije, ya desesperada—. ¿Cuál es el veredicto?
—Jorge está celoso.
—
¡Gané! —exclamó Facu. Yo sentí la derrota como un peso más en mi
espalda. Odiaba perder, en especial contra Facundo, quien me ponía
estúpidas consecuencias.
—Ahora tendrás que hacer de Julieta junto a
Jorge. Pobrecito, sufrió toda la semana, pero recibirá su recompensa —me
esperaban unos días difíciles.
Las audiciones para la obra eran
en dos semanas, nos harían actuar en parejas para los papeles
principales y debíamos aprendernos la escena del balcón. La peor de
todas.
Facu le contó personalmente a Jorge que yo audicionaría por
amor al teatro, y que lamentablemente nuestra relación no había
funcionado y que preferíamos quedar sólo como amigos. No quise escuchar
cuando me explicó la cara de alegría que había puesto Jorge al escuchar
eso.
Las dos semanas se me pasaron lentas, Mercedes se había ofrecido
voluntaria para elegirme el vestuario y Alba me ayudaba a memorizar las
líneas. Casi me daba de golpes contra la mesa porque yo no ponía ningún
esfuerzo por aprendérmelas.
Lodovica no intentaba persuadirme para que cooperara, me dijo que si estuviera en mi lugar, haría lo mismo.
Y el gran día llegó, estaba horrorizada y con nauseas a causa de los nervios, esto me iba a matar.
Habían
pocos chicos para el papel de Romeo, y menos para los papeles
secundarios. En cambio, para Julieta… los vestidores estaban llenos de
chicas maquillándose, prestándose brillo labial y recitando las líneas
al revés y al derecho. Ahora comenzaba a arrepentirme de no haber
estudiado un poco más, no me gustaba esto, pero tampoco quería quedar
como una tonta en el escenario.
Como me ahogaba con tantas
personas en un espacio tan reducido, salí a caminar por los pasillos
detrás del escenario. Teníamos un teatro subterráneo en la escuela, era
asombrosa la forma que tenían de malgastar el dinero en este pueblo.
En
una esquina, hecho un ovillo, me encontré con Xabiani. Ya no era amigo
de Katherine porque se había dado cuenta que ella era una estúpida.
Además, desde que Jorge regresó, él le pidió disculpas por haberlo
molestado y ahora eran amigos.
— ¿Para qué papel audicionas? —le pregunté. Él levantó la cabeza y lo vi bastante nervioso.
—Romeo —me senté a su lado y le ofrecí un caramelo de menta. Él lo aceptó y se lo comió—. ¿Y tú?
—Julieta —le dije. Nos quedamos así por un momento hasta que él carraspeó y se frotó los ojos con las manos.
—No lo lograré —me dijo.
—No pienses así, yo ni siquiera me aprendí las líneas y no estoy nerviosa —le mentí—. Además, creo que lo harás bien.
—Jorge también está para el papel, el actúa.
—No te preocupes por ese idiota, lo harás bien.
Xabiani
me sonrió y me abrazó, si cuando teníamos nueve años él no hubiese sido
amigo de Katherine, seguro que ahora bromearíamos al igual que como lo
hacía con Facu.
—Perdón por llamarte “Tini descerebrada”. No lo haré
nunca más, y si lo hiciera, Jorge se enfadaría mucho conmigo —hice una
mueca al oír eso. Eso no había ayudado.
—Ok. Mejor vayamos a ver si
es nuestro turno —le dije, para cambiar de tema. Llegamos juntos hasta
detrás del telón y desde allí vi como algunas chicas se amontonaban en
una fila para que les tocara junto a Jorge.
Facu nunca me dijo que pasaría si no pasaba la audición, todo dependía de que tan mal lo hiciera.
—La primera pareja…—escuché decir al maestro de teatro—. Xabiani Ponce de Leon y Candelaria Molfese
Una chica peliroja salió al escenario y yo le dediqué una sonrisa de ánimos a Xabiani para que se quitara los nervios de encima.
Todos
vimos la escena, Xabiani actuaba muy bien, era verlo y emocionarse.
Candelaria no era la gran cosa, pero lo hacía bien. Hasta que llegó la
parte del beso. Y de verdad se besaron.
Por Dios, no había pensado en esa parte.
Estaba tan concentrada arruinándolo que había olvidado que en la escena del balcón los personajes se besaban.
Cuando
terminaron, los aplaudimos y esperamos a que el maestro dijera los
próximos nombres. Las chicas estaban alteradas, los nombres eran al azar
y por lo que alcanzaba a escuchar, querían que les tocara Jorge.
—Spencer Wilson y Samantha Johnson —Samantha refunfuñó y salió de mala gana al escenario.
Pasaron tres parejas más hasta que nombraron a Harry. Las chicas parecían estar en un gallinero.
—Jorge Blanco y…
—Que diga mi nombre…
—Que me toque a mí… —murmuraban algunas.
“A mí no, por favor, no- Te juro que haré mis deberes, que me portaré bien y que no golpeare a Facundo”
—Martina Stoessel.
“Listo. Me portaré mal el resto del año”
Pelear con Dios y con la suerte no me ayudarían en nada.
Las chicas bufaron detrás de mí y salí con el vestido rojo que había elegido Mer para mí.
Sentía los pies pesados y el corazón me latía de una manera que pensé que me subiría por la garganta y lo vomitaría.
No
dejaban entrar público para las audiciones, sólo estaba el maestro y
algunos chicos del taller de teatro para evaluarnos. Sin mencionar a
todos los chicos que vinieron por un papel que nos observaban detrás del
telón.
Jorge comenzó a recitar sus líneas, pero no le escuchaba.
Para lo único que tenía oídos era para mí pulso que parecía ir más
rápido a cada segundo.
—… ¡Quién fuera guante de esa mano para poder tocar su mejilla!
Reaccioné. Debía decir algo, aunque no sabía qué.
—Ay, de mí —susurró Jorge.
Era como una manía que tenía el destino de hacer que Jorge me dijera las respuestas sobre obras de Shakespeare.
— ¡Ay, de mí! —exclamé desde lo alto del balcón. Y de verdad me compadecía de mí misma.
Mataría con mis propias manos a Facu en cuanto saliera de esta.
Como
por magia, recordé algunas ideas vagas de lo que tenía que decir los
siguientes cinco minutos, Jorge lo hacía más que bien, era tan creíble
que de verdad pensé que sufría por amor. Yo era como una piedra en el
agua, me hundía a mí misma con cada palabra, con cada gesto que hiciera.
La actuación no era uno de mis talentos.
— ¡Que el sueño descase en
tus dulces ojos y la paz de tu alma! ¡Ojalá fuera yo el sueño, ojalá
fuera yo la paz en que se duerme tu belleza!
Era la última línea
de la escena, Jorge ya había trepado por la escalera escondida con
utilería del balcón y sólo nos faltaba besarnos para terminar con esta
tortura.
Se acercó a mi rostro, mientras yo lo alejaba lo más
posible. Pero no había escapatoria, el final siempre sería el mismo por
más que me apartara.
Sólo quedaba una cosa por hacer, al igual que con Facu a los diez años, hacerlo lo más rápido posible.
Cerré
los ojos y lo único que sentí por unos segundos fue una presión sobre
mis labios, escuché a lo lejos algunos suspiros que supuse serían de las
chicas que querían estar en mi lugar.
Debía ser un beso
apasionado y que demostrara todo el amor que sentían los personajes,
pero no podía porque no sentía nada más que cosquillas sobre mi boca.
Era
una buena forma de arruinar mi audición, pero de repente me sentí
estúpida. No había podido decir mis líneas, era mala actriz y ni
siquiera podía besar bien. Me había mostrado como una fracasada. Todo
por culpa de Facundo.
Así que me dije a mi misma, mientras tenía el
beso más aburrido de la historia con Jorge: “Demostrémosle que no eres
tan tonta, y al menos haz algo bien para sacárselo en cara a Facu”.
Pensé
en cómo se sentiría Julieta al besar a su amado por primera vez, en
cómo me sentiría yo si amara demasiado a alguien, y agarré del cabello a
Jorge y lo acerqué más a mí. Cerré con más fuerza los ojos y moví los
labios para darle más realismo, Jorge me siguió el ritmo y me sostuvo de
la nuca para acortar la poca distancia que nos quedaba.
Me empezó a
faltar aire y quise separarme, pero Jorge me lo impidió. Me tenía sujeta
y se negaba a soltarme. En un momento me mordió el labio y ahí supe que
las cosas se estaban pasando. Traté de zafarme, sin embargo, sólo
conseguía que Jorge me besara más rápido.
Este chico iba a ahogarme si no paraba.
¿Por qué el maestro no detenía la escena?
Abrí los ojos y miré hacía los asientos del público, el maestro miraba atentamente y tomaba notas. ¿Cuánto duraría esto?
Entonces, cometí el error de mirar a Jorge a los ojos.
Los tenía abiertos y me miraba fijamente. Desde ahí dejé de pensar.
Sentí
aquellas mariposas que Mer me había descrito a los diez años, y como
había dicho Alba, las rodillas me temblaron. Creí que caería en
cualquier momento del balcón.
Ahora el beso me sabía a algodón de azúcar, eran como caricias dentro de mi estómago.
Finalmente,
Jorge se separó y chocó nuestras frentes, junté nuestras narices y lo
volví a besar. Después podía regañarme y avergonzarme.
Más algo tenía que salir mal.
Sentí como Jorge iba separando sus labios de los míos, cuando lo miré y comprendí lo que sucedía, él ya estaba cayendo.
La escalera cedió y se fue atrás con Jorge a cuestas, cayeron con un sonido estruendoso.
Las chicas gritaron y el maestro se apresuró en socorrer a Jorge.
Recién ahí reaccioné.
¿Qué había hecho?
Había besado a Jorge, lo hice. Y me dejé llevar, que fue lo peor de todo.
Desde
abajo el maestro levantó el pulgar para decirnos que Jorge se
encontraba bien, él se levantó y se lo llevaron a la enfermería. Yo
seguía parada en el balcón, esperando a que Romeo volviera.
No me gustaba Jorge, pero después de eso me sentí muy confundida.
Era poco probable que me terminara gustando, pero tampoco imposible
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