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domingo, 30 de marzo de 2014

Wonder Worl Capitulo - 8

CAPÍTULO 8
Llegamos al aeropuerto… mis últimos momentos con mis chicos.
Caminamos hacia la salida, y nos detuvimos los tres, y nos miramos profundamente. Entonces, Thomas se me acerca y me abraza.
- Te voy a extrañar mucho, Martina- decía mientras me estrujaba más, sin querer soltarme. Se me partía el alma en dos.
- No te preocupes- le dije.- algún día vas a viajar por avión y te voy a ayudar con el papeleo- solté una lágrima.
- Si… eso espero- dijo él alejándose un poco de mi, y poniéndose de puntitas para besar mi mejilla.- te quiero.- me dijo. No soporté más. Después de lo que me dijo Jorge aquella noche, le tomé mucho apego a Thomas. Sollocé y saqué de mi mochila un papel y una lapicera, y escribí mi número.
- Ten- le dije- cuando quieras llámame, o envía un mensaje, si? Después de todo, estamos en la misma ciudad.- lo abracé- sería un gusto recibirte en mi departamento.- Él se alejó de mí y me sonrió. Luego, miré a Jorge. Él me miraba. Estrepitosamente, me acerqué y lo abracé- Gracias por todo, por dejarme quedarme en tu departamento y por dejarme conocer a Thomas.- le dije apretándolo más. Podía llegar a ser muy emotiva cuando quería. Él me respondió el abrazo, y me dijo, simplemente “De nada”. Me alejé de ellos y caminé hacia la gran puerta de cristal del aeropuerto. La vida continuaba, por más que no quisiera alejarme de esos dos mexicanos.

***

Llegué a mi nuevo departamento, con desgano. Abrí la puerta y me encontré con un piso mediano, con varios ventanales, cocina, dos dormitorios, un living y un baño. Nada mal para el pequeño precio. Dejé en el gran sillón mis valijas, y me dirigí hacia la ventana más próxima. La abrí. Se podía ver el London Eye. Su hermosura, a plena luz de la luna. Iluminado por pequeñas luces rosadas, azules y violetas. Se podía ver a la gente circular por sus cercanías, charlando y disfrutando la bella noche. Sería lindo pasar por ahí, con alguien especial. Comí un paquete de Oreos mientras miraba por la ventana, y el cálido viento del verano entraba por ella y golpeaba suavemente, como un mando de seda, sobre mi cara. Minutos después me fui a acostar, ya que el día siguiente comenzaba la Universidad. Un nuevo comienzo. Una nueva perspectiva. Una nueva vida.

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